Los relatos que hemos podido recoger hasta ahora nos llevan hasta las quintadas de los años 30. Por aquel entonces, los quintos acostumbraban a “ajustar” la música con grupos de los alrededores. Sobre todo de la parte de Quintanilla del Agua o Covarrubias. Candelas nos cuenta cómo tuvo que ir hasta Covarrubias en bicicleta, con Manolo, uno de sus quintos, y al volver se rompió la clavícula por una caída. Para él, las fiestas fueron diferentes, sobre todo por no poder hacer muchos excesos en el baile y en las bodegas. Fue la quintada del año 43, unos tiempos duros por las dificultades económicas y la falta de todo, menos de ganas de divertirse.
A medida que pasaban los años, los grupos se ajustaban más lejos, en el caso de Blas, quinto en el año 52, la banda vino desde Logroño. “En nuestra quintada trajimos la música desde Logroño. En aquella época los quintos se ocupaban de todo, el ayuntamiento nos daba el permiso, pero los músicos se quedaban en nuestras casas, donde comían y dormían los tres días”. Era la gente de Villahoz la que daba dinero a los quintos para pagar a los quintos: “Con los músicos íbamos después de comer por los bares: “el de Félix”, “el de Licerio”, los dos cerca de la plaza, el bar de Porfirio o el de Miguel .”
Cuando la recaudación no llegaba para pagar a la banda, eran los padres de cada quinto los que ayudaban en la medida de los posible.
Cuando la recaudación no llegaba para pagar a la banda, eran los padres de cada quinto los que ayudaban en la medida de los posible.
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Fotografía cedida por Federico Carpintero |
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Fotografía cedida por Federico Carpintero |
La orquesta tocó durante 24 años, y a medida que la fama traspasaba los límites del pueblo, las ganancias crecían, “Llegamos a cobrar hasta 1000 pesetas” nos cuenta orgulloso. Con su gracia y su sentido de humor consiguieron tocar en muchos pueblos alrededor de Villahoz, donde terminaban sus actuaciones de la misma forma:
“Nos vamos, nos vamos para Villahoz,
Si hay fiestas bautizos o bodas escriban con tiempo para Villahoz,
La orquesta Hermanos Carpintero siempre estarán dispuestos,
A su disposición”
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Fotografía cedida por Federico Carpintero |
Aunque las orquestas han sido la parte más importante de las fiestas, no nos podemos olvidar de los dulzaineros, que a fuerza de repetir y repetir, todos los jóvenes y mayores hemos acabado conociendo a aquellos que tocaron en nuestra época. En los años 70, un habitual de las fiestas era Eufrasio (dulzainero de los Balbases), que al ritmo de “Yo me llamo Eufrasio y mi hijo Martín y el que toca el bombo es mi nietecín” consiguió permanecer en la memoria de muchos gerberos.
A partir de los años 70 las verbenas empezaron a cobrar más protagonismo, y las fiestas de Villahoz se hicieron famosas por toda la comarca. Algunos grupos repitieron en muchas ocasiones como los “Adnobi", que se puede decir que representaba ya la modernidad
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Fotografía cedida por Roberto y Gonzalo Carpintero |
Con la llegada de la democracia y la nueva estructura del Estado dividido en comunidades autónomas, el sentimiento regional hizo que nacieran algunos grupos que recuperaron las jotas, coplas y romances. La plaza de Villahoz fue escenario de importantes festivales con grupos como Orégano o la Hormiga. Castilla fue cantada, y con banderas y pañuelos, el sentimiento y la identidad de un pueblo renació de las cenizas, después que a lo largo de la historia fuera protagonista de grandes gestas.
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